Tradicionalmente, entre el médico y el paciente estaba la receta y detrás de la receta, la botica. Ahora, con la receta electrónica el espacio físico de la receta ha desaparecido y ha sido sustituido por un espacio virtual en el que, como escribiera Javier Echeverría en “Los señores del aire…” : “se altera profundamente la distinción tradicional entre lo íntimo, lo privado, y lo público, que está en la base de las interacciones médico/paciente”.
Las nuevas tecnologías de la información aportan grandísimos beneficios al sistema sanitario, pero en absoluto están exentas de serios problemas para el paciente y es importantísimo que quien ha puesto en funcionamiento la receta electrónica informe a la población de los peligros que trae consigo el nuevo modelo. Por un lado todos nuestros datos de salud están en el aire circulando por una enorme red a la que muchas personas tienen acceso con cierta facilidad. Por otro lado es suficiente un pequeño error humano de un profesional ajeno a la sanidad para que el sistema caiga y la red se vea interrumpida por un espacio de tiempo, a veces demasiado largo para un paciente que, pacientemente o no, espera en la farmacia a que el sistema informático se recupere.
La población afectada se queja en el consultorio médico o en la farmacia pero nunca, seguramente por desconocimiento, a la empresa informática, al proveedor de telefonía o a la misma administración.
Y para colmo de males el buzón de quejas “on line” que tenemos los farmacéuticos está desactivado.
Al final, el que da la cara se lleva todas las broncas, aunque no tenga la culpa…
Además, me parece preocupante lo que comentas, pues si se da el caso de un paciente que necesita urgentemente una medicina, y el sistema no funciona, ¿que pasa con ese paciente? Podría suponer un grave peligro, incluso mortal, ¿no?
Al final en la farmacia le darán lo que necesite pero siempre bajo su propia responsabilidad profesional, legal y económica.
Eso está bien para alguien que conoces, pero ¿si te viene alguien que está de paso, o de veraneo, tienes que confiar en su palabra?
Las administraciones centrales y las pequeñas empresas como las farmacias se deberían de concienciar de la criticidad que tiene la informática en su negocio. Donde antes tenías un ordenador para ayudarte en tu día a día ahora tienes un sistema necesario y bloqueante en caso de fallo.
Sobre el tema del acceso a información privada publicada, espero que la administración se haya gastado parte del presupuesto de la implantación en una buena auditoria de seguridad para detectar posibles puntos de fallo y solucionarlos antes de que nuestros datos sanitarios acaben vendiendose en el «mercado negro de Internet». Y tampoco estaría de mas que desde los colegios farmacéuticos se fomentara la realización de este tipo de auditorias en las farmacias. Un ejemplo claro es el daño que puede hacer una WIFI en un comercio (y lo inútil que suele ser para el propio negocio)