Valemos menos de lo que creemos valer y nuestras ideas no son tan originales como pensamos, ni nuestros proyectos tan atractivos, y por ello tantas veces intentamos trasmitir nuestras genialidades y no encontramos a nadie que nos escuche. Este principio tiene mayor protagonismo si lo que tenemos en la cabeza va de cultura, y podemos llegar a pensar que nuestra aportación es fundamental para el buen desarrollo cultural de nuestra sociedad. Nada más erróneo que esta visión egocéntrica de la realidad.
Pero, ¿la cultura nace o se hace?, dicho con otras palabras, ¿surge espontáneamente del conocimiento popular o se fabrica en laboratorios o despachos técnicos que luego son subvencionados por las arcas del estado?
Sea como sea, llevamos demasiados meses esperando alguna respuesta o muestra de inquietud por parte de la administración hacia nuestra propuesta cultural, y habrá que concluir que, una vez más, las cosas se rigen según el principio arriba apuntado y la idea no era tan buena como pensábamos, o no estamos en el momento oportuno. De momento, el Museo de la Farmacia de Plentzia deberá esperar a que surjan nuevas oportunidades culturales. Ahora, la Farmacia Museo Aramburu podrá consagrar todos sus esfuerzos al campo académico, y más, teniendo en cuenta que hace escasas semanas el Rectorado de la Universidad de Alcalá aprobó los contenidos de un convenio de colaboración con ella.
Oct
11
2014
Yo creo que todo el tema de relaciones cultura-instituciones está terriblemente viciado, y lo que prima no es la calidad o necesidad de la oferta cultural, sino el amiguismo o la conveniencia política (habría que ver de quien)