En medio siglo hemos multiplicado por treinta el consumo farmacéutico por habitante y año, y toneladas de medicamentos, en buen estado y no caducados, acaban en el punto Sigre de la farmacia para ser incinerados.
El envejecimiento de la población, la sociedad consumista, la presión de la industria farmacéutica, y las nuevas tecnologías informáticas, han hecho posible el “milagro”: antes los médicos prescribían a sus pacientes las recetas necesarias para una semana de tratamiento, ahora lo hacen en muchos casos para tres meses; es cierto que las farmacias no pueden dispensar más que las recetas del mes en curso, pero también es cierto que con la que está cayendo haya farmacias dispuestas a correr el riesgo y a suministrar a sus pacientes la medicación de los meses venideros.
Esta situación no se produce en las Comunidades Autónomas en las que se ha implantado la receta electrónica, que consigue adecuar el consumo de medicamentos a las necesidades reales. ¿Qué sentido tiene tener el botiquín abastecido para los tres meses siguientes? ¿Y si me cambian de medicación, o me sienta mal, o me muero… ?
A la vista de estos hechos, ¿por qué hay Comunidades en las que no se ha introducido la receta electrónica todavía?
Ene
31
2013
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