En las grandes superficies comerciales no hay lugar para ellas, y las pocas que permanecen abiertas hacen un esfuerzo sobrehumano por sobrevivir. Durante décadas actuaron como almacenistas de nuestras farmacias, me refiero a las Droguerías.
En abril de 1860 nacen las “Ordenanzas para el ejercicio de la profesión de farmacia, comercio de drogas y venta de plantas medicinales” En ellas se especifica que droga es “todo objeto natural o producto químico empleado como primera materia en la preparación de medicamentos”, y “solamente a los farmacéuticos podrán los drogueros vender estos artículos al por menor cuando los pidan por escrito y bajo su firma”. En definitiva les queda prohibida cualquier manipulación de la droga, salvo su pulverización.
Lo cierto es que la estrecha relación entre ambos profesionales fue beneficiosa para la población pero no estuvo exenta de tensiones por denuncias de intrusismo. Todavía en marzo de 1937 se redacta una real orden “para todas las provincias de la zona sometida al Ejército Nacional” en la que se prohíbe a los drogueros vender al público especialidades farmacéuticas.
En la fotografía que nos acompaña mostramos un frasco de nuestra Farmacia Museo etiquetado por la importante droguería bilbaína “Tomás de Zubiría”. Contiene píldoras de creosota –aunque en la etiqueta figure cápsulas- que se utilizaban como balsámico antiséptico de las vías respiratorias en tuberculosis pulmonar.
Con estas líneas sólo pretendo animar a alguien a realizar un estudio de la relación histórica entre farmacéuticos vizcaínos y drogueros bilbaínos.
Mar
10
2015
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