Como fórmula magistral se conoce a cualquier “medicamento destinado a un paciente en específico, preparado para cumplimentar expresamente una prescripción médica detallada de las sustancias medicinales que incluye, y dispensado con la debida información al usuario” (Wikipedia). Lo singular de la fórmula magistral es su carácter personal, una fórmula para cada paciente y cada dolencia.
Estos medicamentos coexistieron con los preparados oficinales, que son formulaciones de uso muy común y elaboradas en mayores cantidades para varios pacientes, en este caso la única diferencia está en la dosificación prescrita para cada enfermo.
Con el desarrollo de la industria farmacéutica desaparece de algún modo la preparación y dosificación individualizada, y la prescripción de medicamentos por parte del médico comienza a regularse por las incipientes técnicas de marketing.
A pesar de la presión ejercida por algunas de estas multinacionales, en muchos países desarrollados hace tiempo se fueron implantando para algunos pacientes diversos sistemas personalizados de dosificación (cada paciente retira de la farmacia sólo las unidades de medicamento prescritas por el médico, y no más).
¿Por qué en España nunca se ha intentado implantar alguno de estos sistemas ahorradores? ¿Por qué en las farmacias españolas se recogen para su destrucción tantos envases de medicamentos no utilizados y que ya han sido costeados por las arcas de la Seguridad Social?
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